¿Padeces el síndrome del impostor?

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Si tienes que hablar en público, es posible que te invada el síndrome del impostor. Y si alguna vez has tenido que enfrentarte a un foro atento a tus palabras y no has sabido definir qué te estaba pasando, es posible que también. ¿Qué es el síndrome del impostor? Lo analizamos con la especialista en Comportamiento No Verbal de Escucha la Vida, Sonia El Hakim, a través de su propia experiencia, como experta en el estudio de la comunicación no verbal y como oradora profesional.

Quedarte en blanco, no recordar ni una palabra de qué te ha llevado hasta ese escenario, verte desde fuera y sentirte totalmente incapaz de avanzar porque “no te sientes capacitado para lo que te han invitado, para mantener un discurso ante tantas personas que sí son merecedoras de atención”. Es decir, “sentirte que no eres nadie y no recordar ni una palabra” y, por tanto, “querer huir”. Es posible que todos en mayor o menor medida nos hayamos visto o creído ver en una situación parecida, aunque hay contextos que condicionan la gravedad de cada caso que pueden llevar, incluso, a querer abandonar una profesión.

El Hakim nos da las claves para detectar este síndrome del impostor a partir de su reciente experiencia como ponente en el TEDx. Le atacó el síndrome del impostor en pleno ensayo y supo detectar los síntomas y gestionar sus recursos. El punto de partida es entender que “el discurso es la consecuencia del trabajo, el resultado” y en este sentido, todo el proceso previo, la reflexión, el estudio y el ensayo es realmente lo que debemos valorar para desembocar en algo positivo. La toma de contacto con el espacio, moverse en él, dominarlo, vincular un gesto, un tono, una posición con cada tema o punto, estructurar el discurso preferiblemente apoyados por un guión en mano que no interfiera en la puesta en escena, tratar de encontrar el disfrute… son herramientas para sacar adelante una ponencia.

Cuando el síndrome del impostor nos ataca debemos repasar nuestros logros, recordarnos por qué estamos en ese lugar, por qué se nos ha elegido, relativizar la gravedad de las consecuencias de una deficiente puesta en escena y pasarlo bien. Porque siempre es posible abstraerse de los fantasmas y visualizar y siempre hay un motivo para brillar. Y todos los llevamos dentro.

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